domingo, 18 de noviembre de 2007

Investigación cientifica en Argentina

La Argentina ha construído satélites, ofrece su propio modelo de central nuclear compacta de cuarta generación y provee de pequeños reactores nucleares a diversos países y todo esto lo ha logrado a pesar de la baja inversión en investigación que realiza con respecto al nivel internacional. ¿Que sería capaz de hacer la Argentina si priorizara la ciencia y la convirtiera en la base de su economía?. La casi totalidad del gasto público destinado a la ciencia está incluido en el presupuesto nacional. Ni las provincias ni la Ciudad de Buenos Aires tienen un papel relevante en la financiación de las actividades de Ciencia y Tecnología. El 71% del presupuesto nacional en la materia se concentra en cuatro instituciones: las universidades nacionales, el CONICET, el INTA y la CNEA. Las restantes instituciones tienen presupuestos relativamente pequeños. Los gastos en personal absorben la mayor parte del presupuesto. En cuanto a la proporción de investigadores en relación a la población económicamente activa, la Argentina está en clara desventaja respecto a los países industrializados. En su conjunto, la productividad de la investigación científica medida por publicaciones científicas no es elevada, en comparación con los países industrializados. La inversión del sector Empresas en Ciencia y Tecnología en nuestro país está aún más fuera de escala internacional que la realizada por el sector gobierno y otros. En los países industrializados y en Corea la inversión empresarial en CyT es superior a la gubernamental, situación muy diferente a la del caso argentino. Una cuestión importante proviene del hecho de que los esfuerzos del sector empresas son, en general, de corto plazo, no incluyen actividades sistemáticas de investigación y desarrollo y no se vinculan con las instituciones públicas de Ciencia y Tecnología ni se desarrollan en redes en las que participan activamente los proveedores, usuarios y clientes. Por ende, están lejos de tener la envergadura requerida para los desafíos que supone la construcción de una sociedad basada en el conocimiento. La interacción del sector educativo con los sectores científico-tecnológico y, sobre todo, con el sector productivo es muy limitada. La docencia se nutre en escasa medida de la investigación y los esfuerzos de investigación en las universidades están poco articulados entre sí y con las necesidades de los sectores productivos. El sector científico-tecnológico argentino no ha podido ponerse a la altura de los requerimientos de los sectores productivos y sociales. Su situación actual se caracteriza por insuficiente inversión, con limitada participación del sector privado y de los gobiernos provinciales en el presupuesto de Ciencia y Tecnología; ausencia de prioridades, falta de coordinación entre los organismos públicos de Ciencia y Tecnología; ausencia de esfuerzos sistemáticos de investigación y desarrollo en las grandes empresas; escasa vinculación de las actividades de las instituciones científicas y tecnológicas con los requerimientos de las empresas. En conclusión, el esfuerzo que realiza el sector público, y en especial las firmas privadas, en Ciencia, Tecnología e Innovación es claramente insuficiente. Y al igual que lo que ocurre en Educación, es un esfuerzo que a la par de insuficiente, es desarticulado, poco orientado a las necesidades del sector productivo y en especial al de las PyMEs.

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